jueves, 17 de abril de 2014
Reflexión para TRIDUO PASCUAL
JUEVES SANTO. MISA EN LA CENA DEL SEÑOR
La última Cena. Por la mañana de ¡Jueves, Pedro y Juan se adelantan para preparar la cena en Jerusalén. A la tarde llegaron al Cenáculo. Allí Jesús lavó los pies uno a uno. Luego, sentados a la mesa celebra la primera Misa: les da a comer su Cuerpo y su Sangre y les ordena sacerdotes a los Apóstoles para que, en adelante, ellos celebren la Misa. Judas salió del Cenáculo antes, para entregarle. Jesús se despidió de su Madre y se fue al huerto de los Olivos. Allí sudó sangre, viendo lo que le esperaba. Los discípulos se durmieron. Llegó Judas con todos los de la sinagoga y le da un beso. Entonces, le cogieron preso y todos los Apóstoles huyeron. Lo llevan al Palacio de Caifás, el Sumo Sacerdote. Le interrogan durante toda la noche: no duerme nada.
Hazle tú hoy compañía al Señor, que está solo. Haz el propósito de no abandonarle nunca, y de visitarle con frecuencia en el sagrario.
.Se conmemora la institución de la eucaristía y del sacerdocio, y se recuerda el supremo mandamiento del amor. Es el 'Día del amor fraterno'.
Unos ritos propios de este día: El lavatorio de los pies.
Todas las iglesias son este día un gran cenáculo. Las personas elegidas para el lavatorio representan a los doce apóstoles y el sacerdote es Jesucristo, que da así ejemplo de humildad y de servicio. El contexto en el que Jesús pronuncia estas palabras no es otro que la noche del Jueves Santo, después de la Cena, antes de morir en la cruz. En esa impresionante ocasión, Jesús revela a sus discípulos que va hacia el Padre. Este ir al Padre constituye el momento más importante de la salvación. Todo el que siga a Jesús irá a donde Él va.
El día siguiente (Viernes Santo),no se celebra la Eucaristía, y se resalta con una procesión el traslado de las formas consagradas hasta el sagrario. Se abre así un tiempo de vigilia y oración ante el Santísimo en el que respondemos a las palabras de Jesús en el monte de los Olivos: Velad y orad para no caer en la tentación (Mt 26,41)
El 'Monumento'
En los oficios del jueves Santo se reserva el Santísimo Sacramento en un lugar que se prepara en la iglesia, llamado "Monumento", hasta el oficio del día siguiente, permitiendo a los fieles la Adoración personal o comunitaria al Santísimo Sacramento durante horas o toda la noche, según las posibilidades de cada lugar. Acompañamos de esta forma al Señor en la soledad de su Pasión y le damos gracias porque ha querido permanecer sacramentalmente en medio de nosotros.
En la edad media se comenzó a llamar 'monumentum', palabra latina que significa 'sepulcro' al lugar donde se conservaba una sola forma consagrada para la comunión del sacerdote en la celebración del Viernes Santo. Ahora deberíamos ir olvidando este sentido fúnebre para valorar la inmensa gracia de la presencia eucarística, memorial permanente de la entrega sacrificial de Cristo, e iniciando también a los niños y jóvenes en esta práctica piadosa.
Hoy el sagrario está adornado con flores y luces, para enseñarnos la importancia de la presencia del Señor en el sagrario todos los días, donde se conserva para dar la comunión a los enfermos o a los que están en peligro de muerte y ser adorado con calma y silencio, en un diálogo con él
VIERNES SANTO. CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
Este acto vespertino comienza con la liturgia de la palabra en la que se leen dos lecturas y la Pasión según san Juan, a la que sigue la homilía y la oración universal; concluye esta liturgia con la adoración de la Cruz y la comunión con la Eucaristía consagrada en la Misa de la Cena del Señor.
Unos ritos propios de este día: La adoración de la cruz.
Un altar sin manteles y el madero de la cruz sin la imagen de Cristo. En esta tarde, la desnudez del altar, símbolo de la de Jesús en el Calvario, y la austeridad de la ceremonia nos traslada al Gólgota.
Es un acto de profunda seriedad, pero alumbrado por la gloria del madero en el que estuvo clavada la salvación del mundo. El acto del Viernes Santo no es un funeral. La sencilla cruz de madera, sin la imagen del crucificado, que cruza la iglesia hasta el altar para allí ser adorada: el trofeo de la Pasión ante el que deberemos hacer genuflexión siempre que pasemos ante él, hasta que comience la Vigilia Pascual.
Hoy muere. Al amanecer del viernes, le juzgan. Tiene sueño, frío, le han dado golpes. Deciden condenarle y lo llevan a Pilatos. Judas, desesperado, no supo volver con la Virgen y pedir perdón, y se ahorcó. Los judíos prefirieron a Barrabás. Pilatos se lava las manos y manda crucificar a Jesús. Antes, ordenó que le azotaran. La Virgen está delante mientras le abren la piel a pedazos con el látigo. Después, le colocan una corona de espinas y se burlan de Él. Jesús recorre Jerusalén con la Cruz. Al subir al Calvado se encuentra con su Madre. Simón le ayuda a llevar la Cruz. Alrededor de las doce del mediodía, le crucificaron. Nos dio a su Madre como Madre nuestra y hacia las tres se murió y entregó el espíritu al Padre. Para certificar la muerte, le traspasaron con una lanza. Por la noche, entre José de Arimate a y Nicodemo le desclavan, y dejan el Cuerpo en manos de su Madre. Son cerca de las siete cuando le entierran en el sepulcro.
¡Dame, Señor dolor de amor! Ojalá lleves en el bolsillo un crucifijo y lo beses con frecuencia.
SÁBADO SANTO Oficio de lecturas y Laudes
Jesús ha muerto. Todo el día de hoy, su Cuerpo reposa en el sepulcro, frío y sin vida. Ahora nos damos cuenta de lo que pesan nuestros pecados. Jesús ha muerto para redimirnos.
Estamos tristes. La Virgen María también está triste, pero contenta porque sabe que resucitará. Los Apóstoles van llegando a su lado, y Ella les consuela.
Pasa el día unido a la Virgen, y con Ella acompáñale a Jesús en el sepulcro. Haz el propósito de correr al regazo de la Virgen cuando te hayas separado de Él.
Durante este día, la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor meditando su pasión y muerte, y aquel descenso al lugar de los muertos, en la que su alma se unió a las restantes almas de los justos del Antiguo Testamento y los redimió de su cautiverio. Con este abajamiento a lo más profundo de la muerte, el Señor inicia su victoria sobre la misma
En la Noche Santa, solemne Vigilia Pascual
El Misterio Pascual de Cristo crucificado, sepultado y resucitado, tiene en esta liturgia nocturna su celebración culminante. La vigilia comienza en el exterior del templo con la liturgia de la luz y se ilumina la iglesia como signo de la resurrección del Señor. La liturgia de la palabra proclama las maravillas de Dios en la historia de la salvación, desde la creación del mundo al Misterio Pascual de Jesucristo; luego viene la liturgia bautismal, con la renovación de las promesas que se hicieron en la iniciación cristiana (el bautismo), y luego la asamblea es invitada a la mesa que el Señor, por medio de su muerte y resurrección, ha preparado para su pueblo (cuarta parte de la vigilia, liturgia eucarística).
Unos ritos propios de este día: La Vigilia
Esta es una noche de vela en honor del Señor, como lo hizo el pueblo elegido desde el comienzo del Éxodo en Egipto. El Señor 'pasó' esa noche para liberar a los israelitas. Pascua significa 'paso'. Es la misma noche que terminó con la aurora de la resurrección de Jesucristo. Los cristianos vamos de la noche al día, el Señor nos hace pasar de la muerte, a la vida que no termina.
Unos signos singulares: El fuego y el cirio pascual.
Nos reunimos en torno a una hoguera, como los israelitas en los campamentos cuando iban hacia la tierra prometida. En la Pascua todo es nuevo, el fuego, el agua del Bautismo, los panes sin levadura..
El cirio pascual es un símbolo de Jesucristo resucitado, que conserva las huellas de la pasión, como la cruz y las cinco marcas señaladas con granos de incienso que recuerdan las cinco heridas del crucificado. También se marcan en el cirio las letras griegas Alfa y Omega, que significan que Jesús es el Señor de esta Pascua y de todos los tiempos, del principio al fin. Como la columna de fuego que iba guiando a los israelitas en el desierto, así nos guía ahora Jesús y entra el primero en la iglesia, iluminándola con su luz
DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR Misa solemne.
Los cincuenta días que van desde este domingo de Resurrección hasta el de Pentecostés han de ser celebrados con alegría y exultación como si se tratase de un solo y único día festivo, más aún, como un 'gran domingo', tal como lo proclama el himno israelita propio de estas fechas que los cristianos aplicamos al Misterio Pascual: "Este es el día en que actuó el Señor; sea nuestra alegría y nuestro gozo" (Salmo 117, 24).
Un rito propio de este día: El 'encuentro'.
En casi todos los pueblos tiene lugar la ceremonia del 'Encuentro' de Jesús con su santísima Madre. Es un acto juvenil y alegre, en el que la liberación de la muerte se expresa soltando pajaritos y palomas; como dice el salmo 123: Nuestra vida ha escapado como un pájaro de la jaula del cazador…
En cuanto se hace de día, tres mujeres van al sepulcro donde Jesús estaba enterrado y ven que no está su Cuerpo. Un Ángel les dice que ha resucitado. Van corriendo donde está la Virgen con los Apóstoles y les dan la gran noticia: ¡Ha resucitado! Pedro y Juan corren al sepulcro y ven las vendas en el suelo. Ahora entienden que Jesús es Dios. El desconsuelo que tenían, ayer, se transforma en una inmensa alegría. Y rápidamente lo transmiten a los demás Apóstoles y discípulos. Y todos permanecen con la Virgen esperando el momento de volver a encontrarse con el Señor.
Desde entonces, todos los cristianos podemos tratar al Señor, que está Vivo. Hoy estamos muy contentos y es momento de darle constantemente gracias a Dios.
Como Pedro y Juan, tú también tienes que preocuparte de que tus amigos sepan que Jesús ha resucitado, y le traten. Pídele esa preocupación.
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