Iniciar contigo este Nuevo Año, Virgen y Madre,
es aspirar a que, el mundo, sea un oasis de paz.
Reconocer que, abriéndonos al Señor,
es cuando, la paz, vendrá como un don firme y duradero
santo y noble, justo, sin egoísmos y verdadero.
¡QUÉ GRAN BENDICIÓN, MARÍA!
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